sábado, 16 de agosto de 2014

Mientras siga siendo lila




1

―Eres una cobarde.
―¡No lo soy!
―¿De verdad?
―Que no.
―¿Ves esa casa?
―¿Qué casa?
―Esa. La negra y vieja que está más apartada. ¿A que no te atreves a entrar?
―¿Pero no vive nadie?
―Qué va, hace tiempo que está abandonada. La puerta chirria y todo cuando la abres y se oyen ruidos por las noches, como niños llorando y pidiendo ayuda.
―Te lo estás inventando.
―Que no, que me lo contó el hermano mayor de Carlos. ¿No sabes lo que pasó ahí dentro?
―No. ¿Qué pasó?
―Hace cientos de miles de años...
―¿Ves cómo te lo estás inventando? La gente no vive tanto tiempo.
―Vale, pues hace mucho tiempo, no sé cuánto. Ahí vivía una familia con tres hijos. El hermano de Carlos me dijo que una noche el padre se volvió loco, que mató a su mujer con la almohada y ahogó a sus hijos en la fuente del jardín. Luego se disparó y se murió. Los fantasmas siguen en la casa y matan a la gente que entra.
―Eres un mentiroso, solo lo dices para darme miedo.
―Si no te lo crees, entonces no te dará miedo entrar.
―No quiero ir.
―Lo que yo decía. Eres una cobarde.
―¡No! Voy a entrar.

―¡Ah! ¡Socorro!
―¡Lucía! ¡¿Dónde estás?! ¡Lucía!
―¡Isma! ¡He escuchado a los niños llorando! Estaban en el salón, y he visto a uno, quería que fuese con él, pero no he ido.
―Lucía, tranquila. Me lo había inventado para darte miedo, pero no es verdad.
―¡Los he visto, los he visto! ¡Quiero irme, no quiero estar aquí! ¡Es una casa encantada!
―Vale, vámonos. No te preocupes, no te pasará nada.
―¿Seguro?
―Claro, yo siempre te protegeré.

2

―¡Qué chulo!
―¿A que sí? Me lo ha regalado mi hermano, así que devuélvemelo, Lucía.
―Yo quiero uno igual. Dile que me dé otro a mí.
―No, es un collar único. Es solo para mí, tú te fastidias.
―Jo, podrías darme ése. Es de mujer.
―Que va a ser de mujer. Es para cualquiera. Mira, la cadena es de plata, y el colgante cambia de color.
―Pues yo lo veo siempre lila.
―Claro. La bola esa cambia según lo que más tenga el dueño. Mi hermano dice que se pone verde cuando esperas algo, amarillo cuando estás feliz y marrón cuando tienes ganas de hacer caca.
―¿Y el lila cuándo?
―Mi collar está lleno de besos.
―¿Y eso qué tiene que ver?
―El lila es el color de la pasión, lista.
―¡Qué guay! ¿No podemos compartirlo? Podemos llevarlo un día cada uno, yo también quiero un collar de besos.
―Pues que te lo regalen tus hermanos, este es mío.
―Porfa.
―No. Nunca, nunca, nunca te daré mis besos.

3

―Eres una niña pequeña.
―¡No lo soy! Ya soy mayor.
―¿Entonces por qué no saltas?
―¿Y si caigo en las rocas?
―Solo hay una, y está lejos.
―Pero está muy alto.
―No es tan alto, además abajo hay agua. El agua no duele.
―Sí que duele.
―¿Es que no sabes nadar?
―¡Claro que sé nadar! Estoy yendo a clases.
―Venga, yo salto primero.
―Vale.
―¡Te engañé! ¡Tú primero!
―¡Ah!
―¡No grites o tragarás agua al caer! ¿Lucía? ¡Lucía, estás bien? ¡Sal de una vez!

―Lucía deja de toser, ya no escupes agua.
―Todavía la siento dentro.
―Me has asustado, pensaba que te ibas a ahogar.
―Yo me he asustado más. Menos mal que has saltado tú.
―Claro, no iba a dejarte ahí. Tu madre me hubiese matado.
―¿Ves como el agua sí duele?

4

―¿Lo has dibujado tú?
―Sí, claro.
―¡Es genial, Isma!
―Es para ti.
―¿Para mí?
―Sí, claro. Siempre hablas de que te gustan las hadas. Las flores son porque es un hada de jardín, estuve mirando varias para ver cuál pintar, pero al final me la inventé y la hice como quise. Mi madre dice que está bien, quiere que me apunte a clases.
―Podrías hacerlo, es precioso. Aunque no creo que te hagan falta. Y lo mejor es que mi hada será única.
―Pensaba en ti mientras la hacía.
―Vamos a la tienda y te invito a chuches, mi madre me ha dado dinero.
―¡Eso sí que es genial!

5

―Te estás quedando conmigo.
―No, no lo hago.
―¿Entonces me estás diciendo en serio que has besado a Rocío? Pero si es medio tonta.
―No es tan tonta.
―Piensa que África es un país, que los Reyes Católicos son Melchor, Gaspar y Baltasar, y que el cuadro que bordea las Canarias en el mapa del tiempo es para que no pasen tiburones.
―Vale, sí, no es un prodigio, pero es guapa.
―Sí, pero no sé. Normalmente las expectativas con el primer beso son mayores, ¿no? Quiero decir, espero que el mío sea especial.
―¿Como que el primer beso? Este no es el primero, y lo sabes muy bien. ¿Ya has olvidado el verano pasado o qué?
―¡Claro que no! Pero eso fue un experimento más bien, no creo que cuente como primer beso.
―¿Y eso por qué no? Yo quiero que mi primer beso haya sido contigo.
―Sí, pero no sé, debería haber sentimientos.
―Nosotros tenemos sentimientos.
―Quiero decir de amor. Nosotros solo somos amigos.
―Bueno, pues mi primer beso fue con mi mejor amiga. Y sí que cuenta, digas lo que digas.

6

―Lucía, déjalo de una maldita vez, ¿quieres?
―Lo siento, solo quería ayudarte.
―¿Tus padres se han divorciado?
―No.
―Pues entonces no puedes ayudarme, así que cállate ya.
―Eh, no la pagues conmigo. Yo no tengo la culpa de lo que ha pasado.
―Pero sí de sacar el tema una y otra vez. No quiero hablar, ¿vale? ¡No quiero! ¿Sabes? Va a ser mejor que te vayas ya. Nos veremos otro día.
―¿En serio me estás echando? ¿Porque te he dicho que todo pasará?
―Te estoy echando porque no me apetece verte, así que vete. Ya te avisaré cuando quiera saber de ti.
―Que te den, Ismael.

―Lo siento. El otro día estaba enfadado y lo pagué contigo. No te lo merecías, pero soy un idiota. Te lancé una carta por el balcón, no sé si la has leído.
―No, no la leí. Ya no tenemos ocho años, no puedes pedirme perdón con una carta, hay cosas que tienes que hacer a la cara.
―Siempre te he pedido perdón así, por eso volví a mandarte la carta. Pero no pasa nada si no la leíste esta vez, te la leeré yo.
―¿En serio vas a leerla tú?
―Claro, hice una copia para guardarla. Así siempre puedo recordar que soy imbécil y no te trato como te mereces.
―Entonces me parece bien que la guardases. A ver, léemela.
―Querida Lucía, llevo mucho tiempo sin mandarte cartas, eso quiere decir que hace mucho que no te enfadas conmigo de verdad. Fíjate si soy idiota, que me di cuenta de que me había pasado cuando me llamaste Ismael en lugar de Isma, y aun así tardé por lo menos seis horas en escribirte esto y tirarlo a tu balcón. No solo se van a divorciar, mi padre se irá a vivir a Sevilla. Está cerca y todo lo que quieras, pero va a ser un padre de dos fines de semana al mes. Por eso no quería hablarlo, todavía no me he hecho a la idea. De todas formas, lo que menos quiero es que dejes de ser mi amiga, así que espero que me perdones. Te invitaré a un helado de tiramisú si dices que me perdonas.
―Te perdono.
―¿De verdad?
―No tengo que hacerlo, no hay nada que perdonar. Solo te lo digo para que me invites a mi helado.
―No quiero que estemos tantos días sin vernos nunca más.
―Ni yo. Te echaba de menos.
―¿Me prometes que no lo harás?
―Prometido.
―Entonces vamos a por ese helado.
―Y me cuentas cómo te sientes con lo de tus padres, si quieres claro.

7

―Isa me ha pedido salir.
―¿Qué? Y... eh... ¿qué le has dicho?
―Aún nada. No sé, es simpática pero no me termina de gustar. ¿Tú qué opinas?
―¿Yo?
―Sí, claro. ¿Quién si no?
―¿Y por qué me preguntas a mí?
―¿Porque siempre lo hago? ¿Se puede saber qué te pasa? Estás bastante rara.
―¡No! No estoy rara. ¿Sabes qué? Puedes salir con Isa si te da la gana. Puedes salir con quien te dé la gana.
―¿Entonces por qué parece que te cabree? ¿Tan mal te cae?
―¿Qué? No me cae mal. Es solo que... Da igual, Ismael. Búscate la novia que quieras. Tengo que volver a casa, mi madre me dijo que hoy tenía que volver temprano. Suerte con Isa.

―Querida Lucía, desde que te conté lo de Isa apenas hemos hablado. ¿Me estás evitando? Hace casi dos semanas que no quedamos. Pronto se acabará el verano y te irás, y volveremos a la relación por teléfono y ordenador, ¿es eso lo que quieres? ¿No estar conmigo hasta entonces? ¿Por qué me haces esto? ¿No ves cuánto duele? Ven al muelle esta noche, por favor. Ya sabes dónde te esperaré.

―Leí tu carta.
―Ya imagino, en otro caso no estarías aquí. Ven, siéntate a mi lado. ¿Vas a contarme qué pasa?
―No me pasa nada.
―Nos conocemos desde los dos años. ¿Crees que vas a engañarme? Porque si vas a intentarlo, por lo menos esfuérzate más.
―Es que... yo... tú... Ha habido problemas en casa. Tenía la cabeza en otra parte, pero no es por ti. Lo siento.
―¿Quieres hablar de ello?
―No, otro día, ¿vale? Ahora hablemos de otra cosa. Eh... ¿qué tal con Isa?
―No hay nada con Isa. Le dije que no quería salir con ella.
―¿Qué? ¿Por qué?
―Porque cada vez que pienso en Isa, de lo único que me acuerdo es de que después de esa conversación has estado sin hablarme dos semanas. Puedo vivir sin Isa, pero no sin ti.
―¿No puedes vivir sin mí?
―Claro que no, tonta. Eres como mi hermana pequeña.
―Ah... Tu hermana pequeña.

8

―¡Apártate de ella!
―¡Isma, no! ¡No le pegues!
―¡¿Que no le pegue?! ¡Estaba intentando pasarse contigo! ¡Lo he visto!
―¡No, para! Da igual, no tiene importancia. De verdad, vámonos, por favor.
―Está bien, aléjame de aquí antes de que cambie de opinión.

―Gracias por lo de antes, no hacía falta que me defendieras así.
―¿Que no hacía falta? No voy a dejar que un degenerado te esté tocando el culo mientras tú le dices que no e intentas apartarte. ¿O es que quieres que me quede mirando algo así?
―No, no quería decir eso. Te agradezco que me defendieras, pero digo que no hacía falta que quisieras pegarle por ello.
―Lucía. Te dije que siempre te protegería, y siempre lo haré.

9

―Hola, Lucía. Es el quinto correo que mando esta semana, espero que éste lo respondas. Apenas te conectas al móvil y cuando llamo a tu casa nunca estás. ¿Ha pasado algo? ¿Estamos bien? Queda un mes para Semana Santa y espero que este año vengas. Cada vez me pongo más nervioso. Sé que soy muy pesado y puede que sean cosas mías. Solo respóndeme a una cosa, por favor. ¿Te he perdido para siempre? Quiero que sigamos siendo amigos. No me quites tu amistad. No sé vivir sin ella.

10

―Eh, Isma, hola. ¿Dónde está el resto?
―No hay resto, solo somos tú y yo.
―Pero dijiste....
―Te engañé. Ya tendrás tu cena de bienvenida, pero hoy quiero explicaciones. ¿Por qué me evitas? Y no vuelvas a decirme que no lo haces. Me da igual que me hables todos los días, hablas pero no dices nada. Esa no eres tú. ¿Qué cuernos te pasa? Ya no puedes escaparte más. Mentirme por teléfono es fácil. Mentirme por Facebook es fácil. Mírame a los ojos y miénteme a la cara.
―No es fácil... no sé siquiera cómo empezar...
―Da igual, no tienes que empezar tú. Voy a empezar yo. Y no voy a empezar por el principio, sino por donde lo dejamos hace unos años. Voy a besarte. Un segundo beso con sentimientos, y no de solo amigos, sino sentimientos de verdad.

―¿Por qué no me dijiste antes que era eso lo que te pasaba?
―Tenía miedo de estropear nuestra amistad.
―Eres tonta, no hubieses estropeado nada. Estos meses han sido horribles, no entendía por qué me castigabas así. Me despertaba pensando en ti, me acostaba pensando en ti, cada día te necesitaba más y más, y nunca me dabas nada. Nunca vuelvas a hacerme esto. Nunca vuelvas a evitarme. Es una tortura.
―Te quiero, Isma. Estoy enamorada de ti desde hace mucho, así que créeme que nunca volveré a hacerlo. Prometido.
―Quiero regalarte algo. Cierra los ojos.
―¿Un regalo? ¿Qué es? ¿Qué es?
―Ya puedes abrirlos.
―¡No me lo puedo creer! ¡Tu collar! ¿Aún lo conservas?
―Claro, fue un regalo. ¿Recuerdas la primera vez que te lo enseñé?
―Sí, recuerdo que quería uno igual.
―No necesitas uno igual, prefiero que tengas el mío. Está lleno de besos, solo que ahora son mis besos. Quiero que te lo quedes y que cada vez que lo necesites, saques uno de la bola. Solo cuando yo no esté, claro, si estoy prefiero dártelo yo. Recuerda que, mientras siga siendo lila, seguirá lleno.
―Necesito uno ahora.
―Si lo necesitas, no se hable más. Un beso para la dama.

11

―¿Dónde me llevas?
―Es un secreto, ya queda poco. ¡No te quites la venda, tramposa!
―¡No lo hago!
―Mentira, te veo el ojo por abajo. No pasa nada, ¡ya hemos llegado!
―¡Vaya! ¡Es increíble!
―Lo sé. Descubrí esta cala hace un par de años y desde entonces vengo mucho por aquí, sobre todo cuando me apetece estar tranquilo. ¿Quieres tumbarte a mi lado?
―Sí, claro que quiero, aunque refresca un poco.
―Ese es el plan, así puedo abrazarte para hacerte entrar en calor.
―Ya sabía yo que había algo oculto en todo esto. ¿Por qué me traes de noche? De día debe  de verse mejor.
―Es distinto. De día se ve mejor el mar y la montaña, pero mira el cielo.
―¡Vaya, cuántas estrellas!
―¿Conoces la historia de las estrellas?
―¿Qué historia?
―Hace mucho tiempo existieron dos amantes que se quisieron tanto que incluso la luna se puso celosa. Una noche, a sabiendas de que se reunirían en un río, utilizó su luz más brillante para tentarlos a bañarse. Cuando Nalia puso un pie en el agua, la corriente la arrastró hasta acabar con su último aliento. Keith trató de ayudarla, pero no pudo hacer nada. Loco de dolor, se suicidó allí mismo. Nalia fue al cielo, pero los suicidas no pueden ascender. La luna se sintió tan mal por lo que había hecho que permitió a Keith subir también, pero con una condición. Antes de recuperar su amor con Nalia, debía dejar atrás toda su pena. Colocó a cada amante en un extremo del firmamento. A ella le dijo que si lo amaba realmente, debía tener fe y paciencia, y volverían a encontrarse. A él le dijo que si quería recuperarla, debía llegar hasta ella haciendo un camino, pero que a cada paso que diera debía derramar lágrimas o no podría avanzar. Cada lágrima se convirtió en una estrella. Y es por eso que ahora vemos el cielo así.
―Hay muchas estrellas, nadie puede llorar tanto.
―Claro que sí. Si la amaba realmente, podría.
―Tendremos que tener cuidado.
―¿Por qué?
―Nosotros nos queremos más que esos amantes. Será mejor no poner celosa a la luna, no me gustaría tener fe y paciencia esperándote. Quiero tenerte y punto.

12

―Quiero preguntarte algo, y quiero que seas totalmente sincero.
―Claro, dime.
―¿Estás enamorado de mí? Quiero decir, ¿me amas de verdad?
―¿Qué? ¿En serio me estás preguntando eso?
―A veces no sé si quisiste salir conmigo solo porque no querías perderme como amiga, no sé si te sacrificaste por nuestra amistad. Pero si fue así, no quiero que lo hagas, no quiero que seas infeliz.
―No me lo puedo creer.
―Lo siento, no he podido evitar pensarlo estos últimos días. A veces tengo dudas, es todo. ¡Eh, espera! ¡No te vayas! ¡Grítame si quieres, o insúltame, da igual, solo no te vayas sin decir nada! ¡Isma, no! ¡Vuelve, por favor! ¡Vuelve! ¡Lo siento, ¿vale? Lo siento!

―Hola, soy Lucía otra vez. ¿Se puede poner Ismael, por favor? Ah, vale, no pasa nada. ¿Puedes decirle que me llame cuando llegue? Es importante.

―Hola, soy Lucía de nuevo. ¿Está Ismael? ¿Está bien al menos? Hace días que no sé nada de él. Dile que lo siento, que me equivoqué, que no tenía derecho a dudar después de todo lo que me ha dado, pero que no me haga esto. Dile que lo prometimos, que nunca nos evitaríamos, que no me castigue así. Por favor, Esperanza, dile a tu hijo que estoy enamorada de él, que no me ignore más. Podemos hablarlo en persona.

―Hola, Espe, soy Lucía. ¿Está tu hijo en casa? Dile que se ponga, por favor. No, no me digas que no está. Sé que está ahí, lo sé. Dile que me escuche, por favor Esperanza, te lo suplico. Déjame hablar con él. Está bien, ¿puedes decirle que lo siento y que le quiero?

―Isma, sé que estás ahí porque puedo escucharte. Da igual si no quieres abrirme. Lo siento, ¿vale? No debería haber dudado de ti y de tus sentimientos, pero ¿de verdad crees que merezco este vacío? Llevo una semana sin saber nada de ti. ¿Eso es todo? ¿Así es como vamos a terminar? Yo te quiero Isma, te amo con toda mi alma. No quiero renunciar a ti, por favor. No me hagas esto, te lo suplico. Isma... sé que estás ahí. Ábreme la puerta, por favor. Vamos a hablarlo, como personas normales. ¡Ábreme la puerta, maldita sea! ¡¿Sabes?! ¡No creo que me equivocase tanto al dudar de tus sentimientos! ¡Si de verdad me quisieras no me estarías haciendo esto!

―Hola, soy Lucía de nuevo. Sé que es tarde para presentarme, y sé que tu hijo no está en casa, pero no pasa nada. No he venido a hablar con él. Mañana tengo que volver y si no ha querido hablar en dos semanas sé que no va a querer ahora. Solo quiero que le devuelvas esto, es suyo. Dile que no quiero un collar lleno de sus besos si él ya no quiere dármelos. Dile que fue por esto por lo que no quise confesarle lo que sentía. Ahora lo he perdido para siempre, Esperanza. No le digas esto, pero no sabes cuánto duele. Ahora entiendo cómo pudo hacerlo Keith. Yo ya habría llenado dos cielos.

―Lucía, sé que es tarde. He dejado pasar mucho tiempo y entiendo que estés enfadada, pero nuestro amor está por encima de esto. Tiene que estarlo. Háblame, por favor, dime algo. Cualquier cosa. Un insulto me vale. Quiero darte tu carta, da igual que no quieras leerla ahora, guárdala por favor. Por si algún día cambias de opinión. No tenías que devolverme el collar, es tuyo, mis besos son tuyos, yo soy tuyo. Por favor, por favor. Perdóname. Perdóname, Lucía. No, espera, no arranques el coche todavía. No te vayas, no sin decirme algo antes. ¡Por favor, Lucía! ¡Te quiero, te quiero! ¡Lee la carta, háblame cuando llegues! ¡Lo estaré esperando, Lucía! ¡Te estaré esperando!

13

―Hola, Lucía. No me avisaste cuando llegaste, supongo que seguirás dolida, o quizá decepcionada. Lo eres todo para mí. Espero que lo recuerdes. Por favor, llámame.

―Hola, Lucía. ¿Qué tal te va todo? ¿Podemos hablar, por favor? Llámame cuando quieras, siempre estoy disponible para ti.

―Hola, Lucía. Supongo que me estás pagando con la misma moneda. Hace meses que no sé absolutamente nada de ti. Nunca estás, nunca me respondes. Es como si ya no existieras. Excepto porque existes, porque mi cabeza está llena de ti. Porque no pasa un solo día en el que no me arrepienta, en el que no quiera saber de ti. Quiero estar contigo. Quiero ser el único en tu vida. Quiero hacerlo bien, quiero que seas feliz. ¿Recuerdas que nos queríamos más que Keith y Nalia? Yo aún lo hago. Sigue queriéndome tú, por favor. Es todo cuanto necesito.

14

―Hola, Isma. Imagino que te sorprenderá este correo. Hace poco encontré tu carta, resulta que no recordaba que la tenía. No tengo que perdonarte nada, pero te perdono para que me invites al helado de tiramisú. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos, supongo que todo es distinto ahora. ¿Qué tal te va? Yo estoy liada con los exámenes últimamente. Queda poco para que termine el curso y después a la universidad. Nos hacemos mayores, ¿eh? Espero tu respuesta, de verdad. Un abrazo. Por cierto, queda nada para Semana Santa. Esta vez sí iré.

―¡Lucía! Gracias al cielo, no sabes la ilusión que me ha hecho tu correo. Dentro de poco nos veremos, estoy deseándolo. No te he olvidado, ni a ti, ni a tus besos. No sé si esperas una respuesta más controlada, quizá más amistosa. Me da igual. Tú y yo no somos amigos, nunca lo seremos, no desde que nos dimos ese primer beso a los doce años. Ya había sentimientos, solo que aún no lo sabíamos. Tú y yo estamos hechos para querernos, Lucía. Y quiero verte pronto. Te echo tanto de menos.

15

―Lucía, lo siento, soy Felipe. Se trata de... lo siento, no me sale la voz. Es Ismael. Ha tenido un accidente con la moto, está ingresado de gravedad. No puedo hablar más. Es demasiado duro.

16

―¡Isma! ¡Lo siento, lo siento, lo siento! He venido en cuanto he podido. El viaje en autobús ha sido eterno, no sé nada de ti desde hace horas. Esperanza, ¿por qué hay tantas máquinas? ¿Está bien, no? Me dijeron por teléfono que estaba consciente... Isma. Eh, abre los ojos. Ya estoy aquí. ¡Isma, por favor, abre los ojos! ¡Ni se te ocurra irte ahora, ¿me oyes?! Lo siento, lo siento. Ha sido mi culpa. Sé que fuiste a Correos a mandarme algo cuando tuviste el accidente, por eso no puedes dejarme ahora. Nunca me lo perdonaría. Isma, despierta, por favor. Dijiste para siempre, ¿recuerdas? Para siempre.

―Hola, Isma. Sé que estás en coma. Tu madre dice que no puedes oírme, pero yo creo que sí. Sigo a tu lado, lo que sientes apretándote la mano, es la mía. No te soltaré, no hasta que despiertes. Y cuando lo hagas tampoco lo haré. No respondí a tu correo porque quería decírtelo en persona, ¿sabes? Estuve dándole muchas vueltas porque no sabía cómo hacerlo, hasta que me di cuenta de que no tenía que decirte nada. Entre nosotros no hacen falta palabras, nos entendemos. Empezamos con un beso, podemos arreglarlo igual. Pero tienes que despertarte. Por favor, no puedes hacerme esto, Isma. Te necesito. Necesito que vuelvas, no puedo soportarlo. No soporto verte respirar con esa maldita máquina, no soporto no ver tus ojos. Quiero que me sonrías, escuchar cómo me dices que me quieres. Incluso si no lo haces, incluso si vas a olvidarme al despertar. Despierta, por favor. Vive.

―¿Qué? ¡No, no! ¡No os lo llevéis? ¡Qué pasa! ¿Qué pasa? Por favor, por favor. ¡No! ¡Isma, no! ¡No, no quiero salir de la habitación! ¿Qué pasa? ¿Está bien? ¡Ismael, por favor, despierta! ¡Lo siento, lo siento!

17

―Lo siento tanto, Isma. Hoy hace un año desde que te fuiste, ¿sabes? Debería haber venido antes, pero no he podido. No sabía cómo hacerlo. No sé cómo hacerlo. Me odio por lo que te hice. Hay tantas cosas que podría haber cambiado, no dejo de darle vueltas. Si no hubiese tenido dudas, si no te hubiera devuelto el collar, o si te hubiera respondido al correo en lugar de querer hacerlo en persona... tú aún estarías aquí. Y yo no me sentiría tan sola y vacía. Quería decirte adiós, pero no puedo. No quiero tener que hacerlo. Es tan duro vivir ahora, todos dicen que algún día cambiará, pero no creo que ese día llegue nunca. Siempre creí que estaríamos juntos, ¿sabes? Apareces en todos mis buenos recuerdos, ¿cómo se supone que será ahora que no estás? No quiero saberlo, ni quiero tener que averiguarlo. He pasado tanto tiempo esperando que volvieras...  y sabía que no podías, lo sabía, pero me negaba a ello. Aún no me creo que esto sea real. Es tan extraño pensar que no volveré a escuchar tu voz, ni a ver tu sonrisa, ni a recibir tus cartas... es como si faltara algo de mi propio ser. Dios, lo hicimos tan mal. El orgullo destrozó nuestra relación, pero no merecíamos esto. Quería una segunda oportunidad, poder demostrarte que quería seguir contigo, que había cambiado y que no dejaría que se estropease. Me he tatuado el hada que dibujaste. ¿La recuerdas? Guardé ese regalo en mi caja de tesoros, y ahora te llevo siempre conmigo. Me gusta, porque tú la hiciste pensando en mí, y cada vez que la miro pienso en ti. Y la miro mucho. Lo siento, sé que no te gustaba verme llorar, pero no puedo evitarlo. ¿Sabes? Hubiese dado cualquier cosa porque fuese al revés, por estar yo ahí abajo y que tú tuvieras una vida por delante. Tú eras fuerte, hubieses encontrado la forma de reponerte y seguir viviendo, pero yo no. Yo no puedo, Isma, no puedo. Me da miedo volver al mundo real y descubrir que no estás en él. ¿Cómo se hace? ¿Cómo se deja atrás algo así? Sigo enamorada de ti. Ha pasado un año y creo que te quiero más que entonces. Hay un hueco en mí que cada vez se hace más grande. Antes lo llenabas tú, pero ahora me está asfixiando. Hace unos meses casi me lleva del todo. No podía más, no quería sentir este dolor, no quería sentir nada. Me tomé unos calmantes que tenía por casa y desperté en el hospital. Me asusté mucho, y a mi familia también. No sé cómo afrontarlo, no sé cómo seguir viviendo sin ti, pero tengo que hacerlo. No quiero hacerle eso a mis padres, ni a mis hermanas. Quiero aprender, pero sin dejarte atrás. Haremos un trato, ¿vale? Espérame en el cielo, en el punto que tú quieras. Algún día iré contigo y te buscaré. Aprenderé a viajar por las estrellas, o inventaré una nueva forma si hace falta. Da igual cómo sea, primero encontraré la forma de darle sentido a esta vida que te has llevado contigo y luego te encontraré a ti. Tú mismo lo dijiste. Tú y yo estamos hechos para querernos. No importa dónde estés, sigue queriéndome. Yo lo seguiré haciendo, hasta el día que ascienda y me encuentre de nuevo contigo. Hasta que eso pase tengo tu collar, es lo que me da fuerzas para seguir adelante. Cada día lo abro y saco uno de tus besos. Sé que, mientras siga siendo lila, aún estará lleno.



Gracias a Lorena por la imagen del relato.

3 comentarios:

  1. Increíble este relato, y muy complicado plasmar tantos solo con diálogos. Es precioso, de verdad.

    P.D: No se merecen, gracias a ti por ponerla en el blog! :)

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  2. Hola!

    Me ha encantado el relato, estoy deseando leer mas. Gracias :)

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  3. hola!!!.
    bonita tu historia y al igual q tu ami tambien me encanta escribir y plasmar historias q a mi alrededor pasan,
    soy como una nuve viejera q surcando su destino vieja en busca de su objetivo,, pero...
    felicidades muy buena historia me encanto eres genial.

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