1
―Eres una cobarde.
―¡No lo soy!
―¿De verdad?
―Que no.
―¿Ves esa casa?
―¿Qué casa?
―Esa. La negra y vieja que está
más apartada. ¿A que no te atreves a entrar?
―¿Pero no vive nadie?
―Qué va, hace tiempo que está
abandonada. La puerta chirria y todo cuando la abres y se oyen ruidos por las
noches, como niños llorando y pidiendo ayuda.
―Que no, que me lo contó el
hermano mayor de Carlos. ¿No sabes lo que pasó ahí dentro?
―No. ¿Qué pasó?
―Hace cientos de miles de
años...
―¿Ves cómo te lo estás
inventando? La gente no vive tanto tiempo.
―Vale, pues hace mucho tiempo,
no sé cuánto. Ahí vivía una familia con tres hijos. El hermano de Carlos me
dijo que una noche el padre se volvió loco, que mató a su mujer con la almohada
y ahogó a sus hijos en la fuente del jardín. Luego se disparó y se murió. Los
fantasmas siguen en la casa y matan a la gente que entra.
―Eres un mentiroso, solo lo
dices para darme miedo.
―Si no te lo crees, entonces no
te dará miedo entrar.
―No quiero ir.
―Lo que yo decía. Eres una
cobarde.
―¡No! Voy a entrar.
―¡Ah! ¡Socorro!
―¡Lucía! ¡¿Dónde estás?!
¡Lucía!
―¡Isma! ¡He escuchado a los
niños llorando! Estaban en el salón, y he visto a uno, quería que fuese con él,
pero no he ido.
―Lucía, tranquila. Me lo había inventado
para darte miedo, pero no es verdad.
―¡Los he visto, los he visto!
¡Quiero irme, no quiero estar aquí! ¡Es una casa encantada!
―Vale, vámonos. No te
preocupes, no te pasará nada.
―¿Seguro?
―Claro, yo siempre te
protegeré.
2
―¡Qué chulo!
―¿A que sí? Me lo ha regalado
mi hermano, así que devuélvemelo, Lucía.
―Yo quiero uno igual. Dile que
me dé otro a mí.
―No, es un collar único. Es
solo para mí, tú te fastidias.
―Jo, podrías darme ése. Es de
mujer.
―Que va a ser de mujer. Es para
cualquiera. Mira, la cadena es de plata, y el colgante cambia de color.
―Pues yo lo veo siempre lila.
―Claro. La bola esa cambia según
lo que más tenga el dueño. Mi hermano dice que se pone verde cuando esperas
algo, amarillo cuando estás feliz y marrón cuando tienes ganas de hacer caca.
―¿Y el lila cuándo?
―Mi collar está lleno de besos.
―¿Y eso qué tiene que ver?
―El lila es el color de la
pasión, lista.
―¡Qué guay! ¿No podemos
compartirlo? Podemos llevarlo un día cada uno, yo también quiero un collar de
besos.
―Pues que te lo regalen tus
hermanos, este es mío.
―Porfa.
―No.
Nunca, nunca, nunca te daré mis besos.
3
―Eres una niña pequeña.
―¡No lo soy! Ya soy mayor.
―¿Entonces por qué no saltas?
―¿Y si caigo en las rocas?
―Solo hay una, y está lejos.
―Pero está muy alto.
―No es tan alto, además abajo
hay agua. El agua no duele.
―Sí que duele.
―¿Es que no sabes nadar?
―¡Claro que sé nadar! Estoy
yendo a clases.
―Venga, yo salto primero.
―Vale.
―¡Te engañé! ¡Tú primero!
―¡Ah!
―¡No grites o tragarás agua al
caer! ¿Lucía? ¡Lucía, estás bien? ¡Sal de una vez!
―Lucía deja de toser, ya no
escupes agua.
―Todavía la siento dentro.
―Me has asustado, pensaba que
te ibas a ahogar.
―Yo me he asustado más. Menos
mal que has saltado tú.
―Claro, no iba a dejarte ahí.
Tu madre me hubiese matado.
―¿Ves como el agua sí duele?
4
―¿Lo has dibujado tú?
―Sí, claro.
―¡Es genial, Isma!
―Es para ti.
―¿Para mí?
―Sí, claro. Siempre hablas de
que te gustan las hadas. Las flores son porque es un hada de jardín, estuve
mirando varias para ver cuál pintar, pero al final me la inventé y la hice como
quise. Mi madre dice que está bien, quiere que me apunte a clases.
―Podrías hacerlo, es precioso.
Aunque no creo que te hagan falta. Y lo mejor es que mi hada será única.
―Pensaba en ti mientras la
hacía.
―Vamos a la tienda y te invito
a chuches, mi madre me ha dado dinero.
―¡Eso sí que es genial!
5
―Te estás quedando conmigo.
―No, no lo hago.
―¿Entonces me estás diciendo en
serio que has besado a Rocío? Pero si es medio tonta.
―No es tan tonta.
―Piensa que África es un país,
que los Reyes Católicos son Melchor, Gaspar y Baltasar, y que el cuadro que
bordea las Canarias en el mapa del tiempo es para que no pasen tiburones.
―Vale, sí, no es un prodigio,
pero es guapa.
―Sí, pero no sé. Normalmente
las expectativas con el primer beso son mayores, ¿no? Quiero decir, espero que
el mío sea especial.
―¿Como que el primer beso? Este
no es el primero, y lo sabes muy bien. ¿Ya has olvidado el verano pasado o qué?
―¡Claro que no! Pero eso fue un
experimento más bien, no creo que cuente como primer beso.
―¿Y eso por qué no? Yo quiero
que mi primer beso haya sido contigo.
―Sí, pero no sé, debería haber
sentimientos.
―Nosotros tenemos sentimientos.
―Quiero decir de amor. Nosotros
solo somos amigos.
―Bueno, pues mi primer beso fue
con mi mejor amiga. Y sí que cuenta, digas lo que digas.
6
―Lucía, déjalo de una maldita
vez, ¿quieres?
―Lo siento, solo quería
ayudarte.
―¿Tus padres se han divorciado?
―No.
―Pues entonces no puedes
ayudarme, así que cállate ya.
―Eh, no la pagues conmigo. Yo
no tengo la culpa de lo que ha pasado.
―Pero sí de sacar el tema una y
otra vez. No quiero hablar, ¿vale? ¡No quiero! ¿Sabes? Va a ser mejor que te vayas ya. Nos veremos otro
día.
―¿En serio me estás echando?
¿Porque te he dicho que todo pasará?
―Te estoy echando porque no me
apetece verte, así que vete. Ya te avisaré cuando quiera saber de ti.
―Que te den, Ismael.
―Lo siento. El otro día estaba
enfadado y lo pagué contigo. No te lo merecías, pero soy un idiota. Te lancé
una carta por el balcón, no sé si la has leído.
―No, no la leí. Ya no tenemos
ocho años, no puedes pedirme perdón con una carta, hay cosas que tienes que
hacer a la cara.
―Siempre te he pedido perdón
así, por eso volví a mandarte la carta. Pero no pasa nada si no la leíste esta
vez, te la leeré yo.
―¿En serio vas a leerla tú?
―Claro, hice una copia para
guardarla. Así siempre puedo recordar que soy imbécil y no te trato como te
mereces.
―Entonces me parece bien que la
guardases. A ver, léemela.
―Querida Lucía, llevo mucho
tiempo sin mandarte cartas, eso quiere decir que hace mucho que no te enfadas
conmigo de verdad. Fíjate si soy idiota, que me di cuenta de que me había
pasado cuando me llamaste Ismael en lugar de Isma, y aun así tardé por lo menos
seis horas en escribirte esto y tirarlo a tu balcón. No solo se van a
divorciar, mi padre se irá a vivir a Sevilla. Está cerca y todo lo que quieras,
pero va a ser un padre de dos fines de semana al mes. Por eso no quería
hablarlo, todavía no me he hecho a la idea. De todas formas, lo que menos
quiero es que dejes de ser mi amiga, así que espero que me perdones. Te
invitaré a un helado de tiramisú si dices que me perdonas.
―Te perdono.
―¿De verdad?
―No tengo que hacerlo, no hay
nada que perdonar. Solo te lo digo para que me invites a mi helado.
―No quiero que estemos tantos
días sin vernos nunca más.
―Ni yo. Te echaba de menos.
―¿Me prometes que no lo harás?
―Prometido.
―Entonces vamos a por ese
helado.
―Y me cuentas cómo te sientes
con lo de tus padres, si quieres claro.
7
―Isa me ha pedido salir.
―¿Qué? Y... eh... ¿qué le has
dicho?
―Aún nada. No sé, es simpática
pero no me termina de gustar. ¿Tú qué opinas?
―¿Yo?
―Sí, claro. ¿Quién si no?
―¿Y por qué me preguntas a mí?
―¿Porque siempre lo hago? ¿Se
puede saber qué te pasa? Estás bastante rara.
―¡No! No estoy rara. ¿Sabes
qué? Puedes salir con Isa si te da la gana. Puedes salir con quien te dé la
gana.
―¿Entonces por qué parece que
te cabree? ¿Tan mal te cae?
―¿Qué? No me cae mal. Es solo
que... Da igual, Ismael. Búscate la novia que quieras. Tengo que volver a casa,
mi madre me dijo que hoy tenía que volver temprano. Suerte con Isa.
―Querida Lucía, desde que te
conté lo de Isa apenas hemos hablado. ¿Me estás evitando? Hace casi dos semanas
que no quedamos. Pronto se acabará el verano y te irás, y volveremos a la
relación por teléfono y ordenador, ¿es eso lo que quieres? ¿No estar conmigo
hasta entonces? ¿Por qué me haces esto? ¿No ves cuánto duele? Ven al muelle
esta noche, por favor. Ya sabes dónde te esperaré.
―Leí tu carta.
―Ya imagino, en otro caso no
estarías aquí. Ven, siéntate a mi lado. ¿Vas a contarme qué pasa?
―No me pasa nada.
―Nos conocemos desde los dos
años. ¿Crees que vas a engañarme? Porque si vas a intentarlo, por lo menos
esfuérzate más.
―Es que... yo... tú... Ha
habido problemas en casa. Tenía la cabeza en otra parte, pero no es por ti. Lo
siento.
―¿Quieres hablar de ello?
―No, otro día, ¿vale? Ahora
hablemos de otra cosa. Eh... ¿qué tal con Isa?
―No hay nada con Isa. Le dije
que no quería salir con ella.
―¿Qué? ¿Por qué?
―Porque cada vez que pienso en
Isa, de lo único que me acuerdo es de que después de esa conversación has
estado sin hablarme dos semanas. Puedo vivir sin Isa, pero no sin ti.
―¿No puedes vivir sin mí?
―Claro que no, tonta. Eres como
mi hermana pequeña.
―Ah... Tu hermana pequeña.
8
―¡Apártate de ella!
―¡Isma, no! ¡No le pegues!
―¡¿Que no le pegue?! ¡Estaba
intentando pasarse contigo! ¡Lo he visto!
―¡No, para! Da igual, no tiene
importancia. De verdad, vámonos, por favor.
―Está bien, aléjame de aquí
antes de que cambie de opinión.
―Gracias por lo de antes, no
hacía falta que me defendieras así.
―¿Que no hacía falta? No voy a
dejar que un degenerado te esté tocando el culo mientras tú le dices que no e
intentas apartarte. ¿O es que quieres que me quede mirando algo así?
―No, no quería decir eso. Te
agradezco que me defendieras, pero digo que no hacía falta que quisieras
pegarle por ello.
―Lucía. Te dije que siempre te
protegería, y siempre lo haré.
9
―Hola, Lucía. Es el quinto
correo que mando esta semana, espero que éste lo respondas. Apenas te conectas
al móvil y cuando llamo a tu casa nunca estás. ¿Ha pasado algo? ¿Estamos bien? Queda
un mes para Semana Santa y espero que este año vengas. Cada vez me pongo más
nervioso. Sé que soy muy pesado y puede que sean cosas mías. Solo respóndeme a
una cosa, por favor. ¿Te he perdido para siempre? Quiero que sigamos siendo
amigos. No me quites tu amistad. No sé vivir sin ella.
10
―Eh, Isma, hola. ¿Dónde está el
resto?
―No hay resto, solo somos tú y
yo.
―Pero dijiste....
―Te engañé. Ya tendrás tu cena
de bienvenida, pero hoy quiero explicaciones. ¿Por qué me evitas? Y no vuelvas
a decirme que no lo haces. Me da igual que me hables todos los días, hablas
pero no dices nada. Esa no eres tú. ¿Qué cuernos te pasa? Ya no puedes escaparte
más. Mentirme por teléfono es fácil. Mentirme por Facebook es fácil. Mírame a
los ojos y miénteme a la cara.
―No es fácil... no sé siquiera
cómo empezar...
―Da igual, no tienes que
empezar tú. Voy a empezar yo. Y no voy a empezar por el principio, sino por donde
lo dejamos hace unos años. Voy a besarte. Un segundo beso con sentimientos, y
no de solo amigos, sino sentimientos de verdad.
―¿Por qué no me dijiste antes
que era eso lo que te pasaba?
―Tenía miedo de estropear
nuestra amistad.
―Eres tonta, no hubieses
estropeado nada. Estos meses han sido horribles, no entendía por qué me
castigabas así. Me despertaba pensando en ti, me acostaba pensando en ti, cada día
te necesitaba más y más, y nunca me dabas nada. Nunca vuelvas a hacerme esto.
Nunca vuelvas a evitarme. Es una tortura.
―Te quiero, Isma. Estoy
enamorada de ti desde hace mucho, así que créeme que nunca volveré a hacerlo.
Prometido.
―Quiero regalarte algo. Cierra
los ojos.
―¿Un regalo? ¿Qué es? ¿Qué es?
―Ya puedes abrirlos.
―¡No me lo puedo creer! ¡Tu
collar! ¿Aún lo conservas?
―Claro, fue un regalo.
¿Recuerdas la primera vez que te lo enseñé?
―Sí, recuerdo que quería uno
igual.
―No necesitas uno igual,
prefiero que tengas el mío. Está lleno de besos, solo que ahora son mis besos.
Quiero que te lo quedes y que cada vez que lo necesites, saques uno de la bola.
Solo cuando yo no esté, claro, si estoy prefiero dártelo yo. Recuerda que,
mientras siga siendo lila, seguirá lleno.
―Necesito uno ahora.
―Si lo necesitas, no se hable
más. Un beso para la dama.
11
―¿Dónde me llevas?
―Es un secreto, ya queda poco.
¡No te quites la venda, tramposa!
―¡No lo hago!
―Mentira, te veo el ojo por
abajo. No pasa nada, ¡ya hemos llegado!
―¡Vaya! ¡Es increíble!
―Lo sé. Descubrí esta cala hace
un par de años y desde entonces vengo mucho por aquí, sobre todo cuando me
apetece estar tranquilo. ¿Quieres tumbarte a mi lado?
―Sí, claro que quiero, aunque
refresca un poco.
―Ese es el plan, así puedo
abrazarte para hacerte entrar en calor.
―Ya sabía yo que había algo
oculto en todo esto. ¿Por qué me traes de noche? De día debe de verse mejor.
―Es distinto. De día se ve
mejor el mar y la montaña, pero mira el cielo.
―¡Vaya, cuántas estrellas!
―¿Conoces la historia de las
estrellas?
―¿Qué historia?
―Hace mucho tiempo existieron
dos amantes que se quisieron tanto que incluso la luna se puso celosa. Una
noche, a sabiendas de que se reunirían en un río, utilizó su luz más brillante
para tentarlos a bañarse. Cuando Nalia puso un pie en el agua, la corriente la
arrastró hasta acabar con su último aliento. Keith trató de ayudarla, pero no
pudo hacer nada. Loco de dolor, se suicidó allí mismo. Nalia fue al cielo, pero
los suicidas no pueden ascender. La luna se sintió tan mal por lo que había
hecho que permitió a Keith subir también, pero con una condición. Antes de
recuperar su amor con Nalia, debía dejar atrás toda su pena. Colocó a cada
amante en un extremo del firmamento. A ella le dijo que si lo amaba realmente,
debía tener fe y paciencia, y volverían a encontrarse. A él le dijo que si
quería recuperarla, debía llegar hasta ella haciendo un camino, pero que a cada
paso que diera debía derramar lágrimas o no podría avanzar. Cada lágrima se
convirtió en una estrella. Y es por eso que ahora vemos el cielo así.
―Hay muchas estrellas, nadie
puede llorar tanto.
―Claro que sí. Si la amaba
realmente, podría.
―Tendremos que tener cuidado.
―¿Por qué?
―Nosotros nos queremos más que
esos amantes. Será mejor no poner celosa a la luna, no me gustaría tener fe y
paciencia esperándote. Quiero tenerte y punto.
12
―Quiero preguntarte algo, y
quiero que seas totalmente sincero.
―Claro, dime.
―¿Estás enamorado de mí? Quiero
decir, ¿me amas de verdad?
―¿Qué? ¿En serio me estás
preguntando eso?
―A veces no sé si quisiste
salir conmigo solo porque no querías perderme como amiga, no sé si te
sacrificaste por nuestra amistad. Pero si fue así, no quiero que lo hagas, no
quiero que seas infeliz.
―No me lo puedo creer.
―Lo siento, no he podido evitar
pensarlo estos últimos días. A veces tengo dudas, es todo. ¡Eh, espera! ¡No te
vayas! ¡Grítame si quieres, o insúltame, da igual, solo no te vayas sin decir
nada! ¡Isma, no! ¡Vuelve, por favor! ¡Vuelve! ¡Lo siento, ¿vale? Lo siento!
―Hola, soy Lucía otra vez. ¿Se
puede poner Ismael, por favor? Ah, vale, no pasa nada. ¿Puedes decirle que me
llame cuando llegue? Es importante.
―Hola, soy Lucía de nuevo.
¿Está Ismael? ¿Está bien al menos? Hace días que no sé nada de él. Dile que lo
siento, que me equivoqué, que no tenía derecho a dudar después de todo lo que
me ha dado, pero que no me haga esto. Dile que lo prometimos, que nunca nos
evitaríamos, que no me castigue así. Por favor, Esperanza, dile a tu hijo que
estoy enamorada de él, que no me ignore más. Podemos hablarlo en persona.
―Hola, Espe, soy Lucía. ¿Está
tu hijo en casa? Dile que se ponga, por favor. No, no me digas que no está. Sé
que está ahí, lo sé. Dile que me escuche, por favor Esperanza, te lo suplico.
Déjame hablar con él. Está bien, ¿puedes decirle que lo siento y que le quiero?
―Isma, sé que estás ahí porque
puedo escucharte. Da igual si no quieres abrirme. Lo siento, ¿vale? No debería
haber dudado de ti y de tus sentimientos, pero ¿de verdad crees que merezco este
vacío? Llevo una semana sin saber nada de ti. ¿Eso es todo? ¿Así es como vamos
a terminar? Yo te quiero Isma, te amo con toda mi alma. No quiero renunciar a
ti, por favor. No me hagas esto, te lo suplico. Isma... sé que estás ahí.
Ábreme la puerta, por favor. Vamos a hablarlo, como personas normales. ¡Ábreme
la puerta, maldita sea! ¡¿Sabes?! ¡No creo que me equivocase tanto al dudar de
tus sentimientos! ¡Si de verdad me quisieras no me estarías haciendo esto!
―Hola, soy Lucía de nuevo. Sé
que es tarde para presentarme, y sé que tu hijo no está en casa, pero no pasa
nada. No he venido a hablar con él. Mañana tengo que volver y si no ha querido
hablar en dos semanas sé que no va a querer ahora. Solo quiero que le devuelvas
esto, es suyo. Dile que no quiero un collar lleno de sus besos si él ya no
quiere dármelos. Dile que fue por esto por lo que no quise confesarle lo que
sentía. Ahora lo he perdido para siempre, Esperanza. No le digas esto, pero no
sabes cuánto duele. Ahora entiendo cómo pudo hacerlo Keith. Yo ya habría
llenado dos cielos.
―Lucía, sé que es tarde. He
dejado pasar mucho tiempo y entiendo que estés enfadada, pero nuestro amor está
por encima de esto. Tiene que estarlo. Háblame, por favor, dime algo. Cualquier
cosa. Un insulto me vale. Quiero darte tu carta, da igual que no quieras leerla
ahora, guárdala por favor. Por si algún día cambias de opinión. No tenías que
devolverme el collar, es tuyo, mis besos son tuyos, yo soy tuyo. Por favor, por
favor. Perdóname. Perdóname, Lucía. No, espera, no arranques el coche todavía.
No te vayas, no sin decirme algo antes. ¡Por favor, Lucía! ¡Te quiero, te
quiero! ¡Lee la carta, háblame cuando llegues! ¡Lo estaré esperando, Lucía! ¡Te
estaré esperando!
13
―Hola, Lucía. No me avisaste
cuando llegaste, supongo que seguirás dolida, o quizá decepcionada. Lo eres
todo para mí. Espero que lo recuerdes. Por favor, llámame.
―Hola, Lucía. ¿Qué tal te va
todo? ¿Podemos hablar, por favor? Llámame cuando quieras, siempre estoy
disponible para ti.
―Hola, Lucía. Supongo que me
estás pagando con la misma moneda. Hace meses que no sé absolutamente nada de
ti. Nunca estás, nunca me respondes. Es como si ya no existieras. Excepto
porque existes, porque mi cabeza está llena de ti. Porque no pasa un solo día
en el que no me arrepienta, en el que no quiera saber de ti. Quiero estar
contigo. Quiero ser el único en tu vida. Quiero hacerlo bien, quiero que seas
feliz. ¿Recuerdas que nos queríamos más que Keith y Nalia? Yo aún lo hago.
Sigue queriéndome tú, por favor. Es todo cuanto necesito.
14
―Hola, Isma. Imagino que te
sorprenderá este correo. Hace poco encontré tu carta, resulta que no recordaba
que la tenía. No tengo que perdonarte nada, pero te perdono para que me invites
al helado de tiramisú. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos,
supongo que todo es distinto ahora. ¿Qué tal te va? Yo estoy liada con los
exámenes últimamente. Queda poco para que termine el curso y después a la
universidad. Nos hacemos mayores, ¿eh? Espero tu respuesta, de verdad. Un
abrazo. Por cierto, queda nada para Semana Santa. Esta vez sí iré.
―¡Lucía! Gracias al cielo, no
sabes la ilusión que me ha hecho tu correo. Dentro de poco nos veremos, estoy
deseándolo. No te he olvidado, ni a ti, ni a tus besos. No sé si esperas una
respuesta más controlada, quizá más amistosa. Me da igual. Tú y yo no somos
amigos, nunca lo seremos, no desde que nos dimos ese primer beso a los doce
años. Ya había sentimientos, solo que aún no lo sabíamos. Tú y yo estamos
hechos para querernos, Lucía. Y quiero verte pronto. Te echo tanto de menos.
15
―Lucía, lo siento, soy Felipe.
Se trata de... lo siento, no me sale la voz. Es Ismael. Ha tenido un accidente
con la moto, está ingresado de gravedad. No puedo hablar más. Es demasiado duro.
16
―¡Isma! ¡Lo siento, lo siento,
lo siento! He venido en cuanto he podido. El viaje en autobús ha sido eterno,
no sé nada de ti desde hace horas. Esperanza, ¿por qué hay tantas máquinas?
¿Está bien, no? Me dijeron por teléfono que estaba consciente... Isma. Eh, abre
los ojos. Ya estoy aquí. ¡Isma, por favor, abre los ojos! ¡Ni se te ocurra irte
ahora, ¿me oyes?! Lo siento, lo siento. Ha sido mi culpa. Sé que fuiste a
Correos a mandarme algo cuando tuviste el accidente, por eso no puedes dejarme
ahora. Nunca me lo perdonaría. Isma, despierta, por favor. Dijiste para
siempre, ¿recuerdas? Para siempre.
―Hola, Isma. Sé que estás en
coma. Tu madre dice que no puedes oírme, pero yo creo que sí. Sigo a tu lado,
lo que sientes apretándote la mano, es la mía. No te soltaré, no hasta que
despiertes. Y cuando lo hagas tampoco lo haré. No respondí a tu correo porque
quería decírtelo en persona, ¿sabes? Estuve dándole muchas vueltas porque no
sabía cómo hacerlo, hasta que me di cuenta de que no tenía que decirte nada.
Entre nosotros no hacen falta palabras, nos entendemos. Empezamos con un beso,
podemos arreglarlo igual. Pero tienes que despertarte. Por favor, no puedes
hacerme esto, Isma. Te necesito. Necesito que vuelvas, no puedo soportarlo. No
soporto verte respirar con esa maldita máquina, no soporto no ver tus ojos.
Quiero que me sonrías, escuchar cómo me dices que me quieres. Incluso si no lo
haces, incluso si vas a olvidarme al despertar. Despierta, por favor. Vive.
―¿Qué? ¡No, no! ¡No os lo
llevéis? ¡Qué pasa! ¿Qué pasa? Por favor, por favor. ¡No! ¡Isma, no! ¡No, no
quiero salir de la habitación! ¿Qué pasa? ¿Está bien? ¡Ismael, por favor,
despierta! ¡Lo siento, lo siento!
17
―Lo siento tanto, Isma. Hoy hace un año desde que te fuiste,
¿sabes? Debería haber venido antes, pero no he podido. No sabía cómo hacerlo.
No sé cómo hacerlo. Me odio por lo que te hice. Hay tantas cosas que podría
haber cambiado, no dejo de darle vueltas. Si no hubiese tenido dudas, si no te
hubiera devuelto el collar, o si te hubiera respondido al correo en lugar de
querer hacerlo en persona... tú aún estarías aquí. Y yo no me sentiría tan sola
y vacía. Quería decirte adiós, pero no puedo. No quiero tener que hacerlo. Es
tan duro vivir ahora, todos dicen que algún día cambiará, pero no creo que ese
día llegue nunca. Siempre creí que estaríamos juntos, ¿sabes? Apareces en todos
mis buenos recuerdos, ¿cómo se supone que será ahora que no estás? No quiero
saberlo, ni quiero tener que averiguarlo. He pasado tanto tiempo esperando que
volvieras... y sabía que no podías, lo
sabía, pero me negaba a ello. Aún no me creo que esto sea real. Es tan extraño
pensar que no volveré a escuchar tu voz, ni a ver tu sonrisa, ni a recibir tus
cartas... es como si faltara algo de mi propio ser. Dios, lo hicimos tan mal.
El orgullo destrozó nuestra relación, pero no merecíamos esto. Quería una
segunda oportunidad, poder demostrarte que quería seguir contigo, que había
cambiado y que no dejaría que se estropease. Me he tatuado el hada que
dibujaste. ¿La recuerdas? Guardé ese regalo en mi caja de tesoros, y ahora te
llevo siempre conmigo. Me gusta, porque tú la hiciste pensando en mí, y cada
vez que la miro pienso en ti. Y la miro mucho. Lo siento, sé que no te gustaba
verme llorar, pero no puedo evitarlo. ¿Sabes? Hubiese dado cualquier cosa porque
fuese al revés, por estar yo ahí abajo y que tú tuvieras una vida por delante.
Tú eras fuerte, hubieses encontrado la forma de reponerte y seguir viviendo,
pero yo no. Yo no puedo, Isma, no puedo. Me da miedo volver al mundo real y
descubrir que no estás en él. ¿Cómo se hace? ¿Cómo se deja atrás algo así? Sigo
enamorada de ti. Ha pasado un año y creo que te quiero más que entonces. Hay un
hueco en mí que cada vez se hace más grande. Antes lo llenabas tú, pero ahora
me está asfixiando. Hace unos meses casi me lleva del todo. No podía más, no
quería sentir este dolor, no quería sentir nada. Me tomé unos calmantes que
tenía por casa y desperté en el hospital. Me asusté mucho, y a mi familia
también. No sé cómo afrontarlo, no sé cómo seguir viviendo sin ti, pero tengo
que hacerlo. No quiero hacerle eso a mis padres, ni a mis hermanas. Quiero
aprender, pero sin dejarte atrás. Haremos un trato, ¿vale? Espérame en el
cielo, en el punto que tú quieras. Algún día iré contigo y te buscaré.
Aprenderé a viajar por las estrellas, o inventaré una nueva forma si hace
falta. Da igual cómo sea, primero encontraré la forma de darle sentido a esta
vida que te has llevado contigo y luego te encontraré a ti. Tú mismo lo
dijiste. Tú y yo estamos hechos para querernos. No importa dónde estés, sigue
queriéndome. Yo lo seguiré haciendo, hasta el día que ascienda y me encuentre
de nuevo contigo. Hasta que eso pase tengo tu collar, es lo que me da fuerzas
para seguir adelante. Cada día lo abro y saco uno de tus besos. Sé que,
mientras siga siendo lila, aún estará lleno.
Gracias a Lorena por la imagen del relato.
Increíble este relato, y muy complicado plasmar tantos solo con diálogos. Es precioso, de verdad.
ResponderEliminarP.D: No se merecen, gracias a ti por ponerla en el blog! :)
Hola!
ResponderEliminarMe ha encantado el relato, estoy deseando leer mas. Gracias :)
hola!!!.
ResponderEliminarbonita tu historia y al igual q tu ami tambien me encanta escribir y plasmar historias q a mi alrededor pasan,
soy como una nuve viejera q surcando su destino vieja en busca de su objetivo,, pero...
felicidades muy buena historia me encanto eres genial.