Entrevista a Sofía Aguerre

 

SOFÍA AGUERRE

Hola, guapísimos =)

Hoy continuamos con una sección que inaguré hace algún tiempo. Cuando vuelva a tener vida normal, prometo organizar mejor el blog para cumplir bien con las entradas. De momento, me temo que no puedo.

Os traigo una entrevista que realicé a Sofía Aguerre, autora de Las lunas de marzo.

Conocí a Sofi hace muchos años, en el antiguo foro de Juvenil Romántica, cuando las dos subíamos nuestras historias en los talleres de literatura de allí. Quién nos iba a decir que, después de tanto tiempo, no solo nos convertiríamos en buenas amigas sino que además compartiríamos sello editorial. Es por eso que hacer esta entrevista me hace mucha ilusión, porque Sofi es una personita adorable y encantadora cuando quiere.





Nacida en Montevideo, Uruguay, donde actualmente reside, Sofía Aguerre (1993) es estudiante de Corrección de Estilo y de Traductorado. Ama las letras y aprender idiomas. Las lunas de marzo es su primera novela.











Quiero enfocar la entrevista a cómo ha sido la escritura para ti desde que comenzaste con ella hasta donde estás ahora. Así que, empecemos por el principio;


¿Cómo y cuándo empezaste a escribir?

Carla se reiría si te contestara «a los tres años: “mamá”», pero voy a responderte lo que en realidad preguntás: empecé a escribir cuentos tan pronto como tuve historias en la mente y necesité ponerlas en papel. Todos escribimos cuentitos en la infancia, pero yo a los siete, ocho años, ya había decidido que iba a ser escritora. Tengo impresos todos mis cuentos e intentos de novela —mucho, mucho fracaso— desde el año 2000 hasta el 2009
Mi primera «novela» (me resisto a sacarle las comillas) la terminé a los trece y es espantosa. Al igual que la segunda, era de fantasía, género que más me gustaba (ahora comparte el podio con la ciencia ficción). Creo que nunca paré de escribir. En realidad, nunca paré de tener ideas, porque parones de escribir escribir sí que tuve. La mente no descansa y va mucho más rápido que mi capacidad de escribir.

He leído varias novelas tuyas y, básicamente, no tienes dos iguales. Siempre cambias de género, de narración y de todo, en realidad. ¿Te sientes más cómoda variando o podría decirse que aún no has encontrado un género que te llene totalmente? 

Me gusta experimentar a la hora de escribir. Cuando una idea nace, muchas veces siento la «voz» de la narración, el tono con el que debería narrar. A veces me permito jugar con eso. Por ejemplo, Páginas en blanco, una novela realista cortita que escribí en 2009, está escrita en segunda persona. Supongo que la narración siempre tiene la esencia de uno, pero me parece interesante que, además de contar una historia, podamos explorar más el lenguaje (¿cuántos nerdipuntos gané con esto?).
En cuanto a los géneros, escribo las historias que me nacen. Supongo que tiene mucho que ver con que leo de todo y que me aburriría leer o escribir siempre lo mismo. Obviamente hay temáticas que, de forma consciente o no, suelen repetirse. Cuando era más chica, el tema de los elementos era de mis favoritos, por ejemplo. De todas formas, ya dije más arriba qué tipo de géneros prefiero. Probablemente lo realista sea lo que menos me llama la atención, pero no me sentí incómoda escribiéndolo.



Sé de primera mano que sostener tu libro en papel entre las manos es una experiencia increíble. ¿Cómo fue para ti publicar con Escarlata Ediciones? ¿Quedaste satisfecha con el resultado?

Para ser sincera, es algo que nunca esperé que pasara. O sea, sí, había fantaseado con eso como algo improbable, pero tampoco me lo había planteado de verdad. O sea, nunca mandé nada a ninguna editorial. Participé en algún que otro concurso, nada más.
Es más, vos sabés muy bien que Las lunas de marzo nunca fue mi historia favorita y que me sentía muy insegura (para variar). Por eso, cuando Carla nos dijo que quería hacer realidad Escarlata Ediciones y empezar con nosotras… No sé, no lo sentí como real hasta que lo tuve en mis manos.
Todo el proceso de edición fue bastante ameno. Trabajar con una editora que sabe lo que hace y que trata a tu historia con cariño, que se mete en ella y busca sacar lo mejor posible… Es lo mejor que te puede pasar como autor, digamos. Hubo mucho esfuerzo y se cambiaron algunas cosas. Por ejemplo, se eliminó un capítulo para cambiar un suceso que no aportaba a la historia. Que alguien te diga esas cosas y te ayude a cambiarlas es fundamental.
Creo que una de las cosas más lindas fue despertarme con un mensaje de Carla en el que me mostraba la portada de la novela. Es decir, yo le había mandado una imagen de Pinterest para que la ilustradora, Sarima, tuviera una idea de la estética de la época (1871), pero jamás le había mencionado que para mí el violeta es el color de la magia. Que en mi mente la historia tenía más o menos ese color. Qué fuerte, ¿no?



¿Qué sentiste la primera vez que viste tu libro?

Ah, la situación fue horrible. El correo llegó cuando no estábamos y al otro día no podía ir a buscar el paquete porque tenía clase hasta la noche. Es más, tenía un parcial de Derecho y después íbamos a salir a tomar algo para festejar que nuestra miseria había terminado, así que tardé más que de costumbre en volver. Mi madre fue por mí (¡gracias, mami!) y logré abrir el paquete (con pila de ansiedad, claro) de madrugada.
Fue re raro. Muy «ok, esto es real. Está pasando. Este libro tiene mi nombre en la tapa. Lo que está impreso en las páginas es la historia que escribí yo. No otro, yo». Muy fuerte, la verdad. No lloré, pero un poco se me estrujó el corazoncito.


Las lunas de marzo es una novela llena de magia y misterio, pero cuyo personaje principal, Mina, es bastante sumiso. Yo que te conozco sé lo mucho que te gusta la acción y el movimiento. ¿Te costó mucho ponerte en su lugar? 

Ah, qué pregunta más linda. Me costó tanto empatizar con Mina que dejé y retomé la historia en múltiples ocasiones de 2009 a 2014. Son un montón de años para una historia tan corta.
El problema, en un punto, fue la primera persona. Estar en la cabeza de un personaje tiene sus ventajas y desventajas. Una desventaja, en este caso, fue tener que pensar como Mina, ser como Mina. Estamos hablando de una joven austríaca de buen nivel socioeconómico, que vive en un pueblo bastante alejado en pleno siglo xix. Tenía que tener en cuenta todo eso para darle forma y que fuera más o menos coherente. Además, la historia necesitaba a una protagonista que no fuera tan activa.
Yo venía de protagonistas con una actitud más fuerte, quizás temeraria, y fue un golpazo. A veces hasta me enojaba, porque Mina hacía cosas totalmente opuestas a las que yo haría, pero ¿no son los personajes los que toman vida y hacen lo que quieren? Forzarla a ser diferente habría sido un error.
Quiero aclarar que, conforme me acercaba al final, fui entendiéndola mejor. Logré darme cuenta de que su forma de ser tenía mucho que ver con lo que le había pasado, que todo lo que sucedía en la historia escapaba de sus manos (soy una persona horrible con mis personajes) y que aun así lo intentaba. Lo repito mucho: hay fuerza en resistir. La valentía no pasa por no tener miedo. Al final, creo que Mina logra redimirse. Al menos, a mis ojos.


¿Qué crees que es lo mejor y lo peor de publicar un libro? 

Lo mejor es saber que alguien creyó en vos y en tu historia, lo suficiente como para apostar por ella. Que va a llegar a otras personas y que van a poder leer, disfrutar —ojalá— y sentir algo.
Lo peor es que se escapa de tus manos. Que si hay errores o cosas que podrían mejorarse —porque siempre pensamos que puede mejorarse—, ya está, no se puede tocar.


¿Qué sientes cuando la gente habla de ti en internet y alaban lo que has escrito? 

Cuando dicen algo bueno, me pongo toda roja y me rio. Soy muy vergonzosa. Si me lo dicen por escrito capaz que no se nota, pero en persona me pongo muy nerviosa.
Cuando dicen algo malo, me recuerdo que todos vemos las cosas de forma diferente y que está bien que alguien no le guste. El problema es que algunos (por lo que vi, muchos) somos inseguros respecto a lo que creamos, entonces esas cosas quizás calan más hondo que las buenas. Dan pena, te sentís mal, pero pasa.


Ahora mismo estás con una distopía entre manos, ¿puedes hablarnos un poco de ella? 

Cuando la empecé, hace años, era bastante más distópica que ahora, en el sentido ya (Young Adult) de la palabra. Ha cambiado mucho y realmente me cuesta encasillarla. No quiero contar de qué trata, pero sí puedo decir que es bien diferente a Las lunas de marzo. Está narrada en tercera persona y, aunque tiene claros protagonistas al principio, los demás personajes lograron tomar importancia. También es una historia mucho más «amplia», con subtramas y eso. Tengo que terminarla y pulirla mucho todavía.


¿Tienes más proyectos, además de la distopía de la que acabamos de hablar? 

Sí, siempre. Mi idea, cuando termine esta, es revisar y arreglar otra, ya escrita, más bien de fantasía. También me gustaría agarrar la novelita realista que mencioné más arriba y hacerle un par de cosas raras para experimentar (más) con ella. También tengo un par de ideas nuevas: una de fantasía (de la que tengo algunas páginas escritas) que va a llevar mucho trabajo, porque desarrollar un mundo inventado no es fácil, y otra más bien tirando a ciencia ficción, pero que sigo trabajando en mi mente, día a día, cuando se me ocurren ideas.


Y, por último, ¿tienes algún consejo para los autores que acaban de publicar su libro o están todavía intentándolo? 

Soy horrible para estas cosas. No sé; si les gusta escribir, háganlo. O sea, no se queden con el «me gustaría». Prueben, experimenten, qué sé yo. Se aprende escribiendo, leyendo. Al principio va a apestar. Nadie escapa de eso, ni de las inseguridades.
Tampoco recomiendo pensar en escribir para publicar (al menos al principio, supongo). Genera estrés y hace que se le pierda un poco el amor a lo que se crea.
Entonces, si están intentándolo, yo recomiendo que lo hagan porque ya crearon algo que los haga sentirse satisfechos. Que se fijen bien en qué pide la editorial a la que mandan el texto. No se puede enviar un manuscrito de cualquier manera. Que tengan en cuenta que se demora en evaluar una obra, que muchas veces hay más motivos que la calidad en juego (extensión, el perfil de la editorial, rentabilidad). O sea: no se depriman si reciben una negativa. No escribimos solo para que nos publiquen, ¿no? A intentarlo de nuevo, mejor.
A los que acaban de publicar su libro les recomiendo (qué caradura, si estoy en la misma) que tengan paciencia, que disfruten de la experiencia y que no se dejen llevar ni por las buenas ni por las malas opiniones. Hay de todo y de todo se aprende.
En general, recomiendo ver el video de este discurso que dio mi adoradísimo Neil Gaiman en la Universidad de la Artes. Hace bien.

 

 

Gracias, María, por esta entrevista tan linda, con preguntas tan específicas y lindas de contestar. Perdón por la extensión de las respuestas. ¡Te quiero montones, clon!